Pasan desapercibidos. Casi ni nos damos cuenta. Pero están ahí. A su manera son héroes. Nadie les pondrá una medalla, ni tendrán homenajes. Probablemente, ni se hable de ellos. Al menos aquí, sí escribiremos...

jueves, 31 de mayo de 2012

La respuesta, siempre el amor


Les invito a leer la entrevista completa (http://www.valoresreligiosos.com.ar/ver_nota.asp?Id=29832), pero permítanme unos breves destacados...

Una mujer joven (27 años), de profundas raíces católicas, es drogada y violada por varios compañeros de trabajo que abusan de ella repetidamente, y queda embarazada. Desde el primer momento se enfrenta a la presión. Unos quieren que aborte. Otros, que abandone al niño o lo dé en adopción, incluso por dinero. Pero la joven, con el apoyo de su familia, decide seguir adelante con su embarazo y su posterior maternidad. A fin de cuentas, ella no es responsable de nada. No ha hecho nada malo. Pero la criatura que crece en su interior, tampoco. No sólo eso: ese niño es un regalo de Dios, el milagro de una nueva vida.

La historia a cuenta el hijo de aquélla heroína, fallecida ya hace tres años. Un hijo que hoy es sacerdote, párroco en la provincia de Chubut (Argentina).

Pero prepárense... Si los hechos narrados hasta aquí les parecen estimulantes, no se pierdan cómo cuenta el sacerdote su reacción al conocer la verdad sobre todo esto: “un día, como mi abuela me pedía que llamara papá a mi abuelo, le pregunté cómo podía ser él mi abuelo y mi papá a la vez. Ello provocó una reunión con mi madre, que me contó lo que le había pasado. Tenía apenas 10 años. Reaccioné con mucha severidad contra ella".

"Con el paso del tiempo y de una vida muy triste, fui a la iglesia a reclamarle a Dios, a preguntarle por qué a mí. Como yo le hablaba a gritos, vino un sacerdote y me dijo que estaba formulando mal la pregunta: ‘No es por qué, sino para qué’, señaló. Que creía que Dios, precisamente a raíz de mi situación, me estaba llamando para cosas grandes. Y me leyó el pasaje de Jeremías, donde Dios lo llama, pero este se resiste y el Señor le dice: ‘No te preocupes, yo haré todo por ti’. Aquella charla me marcó”.

Este sacerdote tiene claro —porque lo ha vivido— qué decirle a una mujer embarazada a causa de una violación: "le diría que Dios es el dueño de la vida y que a ella la hizo instrumento de vida. Que la culpa la tiene el violador, no el niño que lleva en su seno. Creo que la decisión de abortar se acabará cuando pensemos que toda vida es un regalo de Dios, más allá de cómo fue concebida, del dolor, o de la alegría. El sabe por qué y con el tiempo uno va descubriendo el para qué".

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