Pasan desapercibidos. Casi ni nos damos cuenta. Pero están ahí. A su manera son héroes. Nadie les pondrá una medalla, ni tendrán homenajes. Probablemente, ni se hable de ellos. Al menos aquí, sí escribiremos...

jueves, 29 de marzo de 2012

Ocho de cada diez


Leo en ACI-Prensa que más de ocho de cada diez sacerdotes elegirían serlo de nuevo si nacieran otra vez, según los resultados de varios estudios realizados en Estados Unidos y recogidos en el libro “¿Por qué los sacerdotes son felices”, escrito por el sacerdote y psicólogo estadounidense de la Universidad Católica de América, P. Stephen Rossetti.

Para la confección del estudio, el padre Rossetti realizó dos encuestas a miles de sacerdotes estadounidenses —1.242, en la del año 2004 y 2.482, en la de 2009— con el objetivo de cambiar la, a su juicio, "percepción equivocada" que la sociedad "secularizada" tiene sobre la felicidad de los sacerdotes.

Señala el autor que muchas personas "piensan que los sacerdotes deben ser infelices porque deben cumplir con el celibato, pero es justo lo contrario, cuando uno sirve a los otros y a Dios, encuentra la felicidad".

Las conclusiones del padre Rossetti, refuerzan otros sondeos como el de la National Federation of Priests' Council (NFPC) de 2001 que revela que el 88 por ciento elegiría de nuevo la misma profesión o el 'CARA study' de 2001 que muestra que el 90 por ciento se haría sacerdote otra vez.

Similares porcentajes se encuentran en otras encuestas como una de 'Los Angeles Times' de 2002, en la que se indicaba que el 91 por ciento de los sacerdotes estaba satisfecho con su forma de vida, o la realizada por la NFPC en 2001 en la que el 45 por ciento de los más de mil sacerdotes entrevistados se describían como "muy felices" y el 49 por ciento, como "bastante felices".

Contrastan estas cifras, pues, con otros estudios a los que se ha dado cierta relevancia en algunos medios españoles en fechas próximas a la celebración del Día del Seminario. ¡Será una casualidad! En tales medios se llegaba a hablar, incluso, de una enfermedad con nombre propio —síndrome de “burnout”— que les produciría estrés, fatiga y depresión. “Quemados”, literalmente.

Probablemente no es nada fácil ser sacerdote en el mundo de hoy. Ni ser un cristiano practicante y comprometido, si nos ponemos. Pero lo de ser sacerdote, religioso o religiosa tiene un grado de dificultad extra... y también de gracia. Por eso se le llama vocación. Y por eso, su felicidad ni se puede medir ni encontrar en los parámetros sociales “normales”. A fin de cuentas, según los estudios, hay casi dos sacerdotes de cada diez que no volverían a serlo —no me preguntaré si deberían dejar de serlo si realmente creen haber equivocado su vocación— y eso es todo un síntoma de la dificultad del camino escogido.

La clave de todo, sin embargo, la ofrece el padre Rossetti: "los sacerdotes son muy felices porque les gusta lo que hacen, ayudan a la gente y además tienen muchas amistades, con otros sacerdotes y laicos, la mayoría de ellos tiene una vida espiritual sólida” y cuidan su relación con Dios que es "la verdadera fuente de la felicidad real".

Ahí estamos. Ocho de cada diez. Ocho héroes por cada diez. ¡Ojalá fueran los diez! O más...

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