Pasan desapercibidos. Casi ni nos damos cuenta. Pero están ahí. A su manera son héroes. Nadie les pondrá una medalla, ni tendrán homenajes. Probablemente, ni se hable de ellos. Al menos aquí, sí escribiremos...

jueves, 16 de junio de 2011

Héroes del silencio


No me refiero al grupo musical. Ni a ermitaños, cartujos, o religiosas de vida contemplativa (clausura), de los que ya he escrito en este blog sobre su invisibilidad porque, sin duda, se lo merecen... Tampoco me refiero al silencio del prudente que se sabe esclavo de sus palabras y dueño de sus silencios. Ni al del sabio, que prefiere no romper el silencio hablando si no es para mejorarlo. Ni al del manso y humilde que prefiere el silencio de la labor callada y del anonimato.

Hablo de un tipo de ser humano cada vez más difícil de encontrar. Aquel que llega a casa tras sus ocupaciones diarias y se sienta a escuchar el silencio. No enciende la televisión, ni se sienta frente al ordenador, ni rebusca en su iPhone, iPad o sucedáneo.

Este raro individuo de nuestra especie dedica los primeros momentos tras su regreso al hogar a cerrar los ojos y escuchar su respiración. A sentir internamente el aire que infla sus pulmones. A abrazar con su mente su espacio vital, su soledad y, al mismo tiempo su compañía. Su pequeñez, y al mismo tiempo su inmensidad. Lo efímero y lo eterno.

Es lo que tiene el silencio. O hablas contigo mismo o lo haces con Dios. Por eso el que guarda silencio tiene mucho de héroe. Por eso casi todo el mundo huye. El silencio te enfrenta a la trascendencia. Eso, como mínimo, sobrecoge. Incluso, asusta.

Vivimos en un mundo de excesos. Demasiados ruidos. Demasiadas luces. Demasiada información. Demasiada oferta. Cualquier cosa con tal de rellenar esos incómodos silencios. Encender la televisión aunque no la veamos. Sentarse a navegar por Internet aunque sea sin rumbo fijo o para repetir rutinas cada vez distanciadas por menos minutos: el mundo cambia muy rápido, pero no tanto.

Entiéndanme. Hay buenos programas (ahora mismo no se me ocurre ninguno, pero debe haberlos). Hay buenas páginas web (como ésta) y buenos blogs (como los de mis vecinos de web). Bien utilizado, todo esto es provechoso. Bien utilizado, el ruido se transforma en música...

Pero mi héroe hoy es esa persona que hace silencio. Que lo hace para encontrarse y para encontrarle. Que busca momentos de silencio para sentirse vivo y eterno. Que lo hace para escuchar.

Cada vez quedan menos. Y de los que hay, cada vez le dedican menos tiempo a esto. Es una pena. El silencio —éste del que les hablo— debería enseñarse en las escuelas.

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