Pasan desapercibidos. Casi ni nos damos cuenta. Pero están ahí. A su manera son héroes. Nadie les pondrá una medalla, ni tendrán homenajes. Probablemente, ni se hable de ellos. Al menos aquí, sí escribiremos...

jueves, 26 de mayo de 2011

Invisibles


No se suelen dejar ver, pero existen. Probablemente, usted no conoce a ninguna de esas personas, ni las toma en cuenta, ni piensa en ellas. Pero ellas están ahí y, al contrario, sí piensan en usted. Sí le toman en cuenta.

Tienen una vida invisible, pero eficaz. Porque para ser no hace falta ser visto. Porque para hacer no hace falta ser visible, hacer ruido. Porque para servir, se puede pasar desapercibido.

Esas personas permanecen así, invisibles. Y no porque tengan algo que ocultar. Tampoco le tienen miedo al aire o al sol. Es cuestión de humildad y dedicación. Estas personas han optado por una forma de vida distinta.

Se levantan antes que la luz del sol. Sobreviven a duras penas de lo que ellas mismas producen con el sudor de sus frentes y de las “migajas de caridad” que otros comparten con ellas. El resto del tiempo, lo dedican a los demás.

Efectivamente, mi propuesta semanal de héroes en el anonimato está dedicada hoy a las miles de personas que, en algún lugar del planeta, han optado y dedican su vida a la oración y la contemplación.

Este mundo nos ha hecho olvidar el verdadero poder y trascendencia de la oración. Nuestra forma de vida nos hurta esos momentos de encuentro íntimo con Dios. menos mal que —quizá para compensar— los religiosos y religiosas de vida contemplativa se dedican a rezar por todos y cada uno de nosotros.

Porque aunque usted no les conozca, ni ellos a usted, tenga a buen seguro que su bien está presente en sus oraciones. Incluso aunque no les entienda, les odie o los considere una lacra económica y social, estas personas seguirán orando por usted y por el mundo.

Viendo cómo conducen algunos, las catástrofes naturales, accidentes y situaciones de todo tipo, ¿no le ha asaltado nunca la frase de que si no ocurre más es porque Dios no quiere? ¿No ha tenido nunca la sensación de haberse librado “por los pelos”?

La próxima vez que crea sentir el aliento de su ángel de la guarda en la nuca tras uno de esos sustos le invito a pensar en estas personas invisibles. Será porque Dios no ha querido, pero quizá a Dios le ha influido que alguien, en algún lugar, estaba rezando por usted en ese mismo momento.

Eficaces, aunque invisibles... ¿No le parece?

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