Pasan desapercibidos. Casi ni nos damos cuenta. Pero están ahí. A su manera son héroes. Nadie les pondrá una medalla, ni tendrán homenajes. Probablemente, ni se hable de ellos. Al menos aquí, sí escribiremos...

jueves, 5 de enero de 2012

Héroes y bienaventurados (7)


“Bienaventurados los que trabajan por la paz 
porque ellos serán llamados hijos de Dios”

La paz no se conquista, se ofrece. No se toma, se da, se construye. Es complicado, porque la paz no sólo es un fin, sino el medio para alcanzar ese fin. No cabe trabajar por la paz con la violencia. ¿O si?

¿Acaso puede alcanzarse la paz sin enfrentarse a la violencia, al pecado? ¿Acaso puede existir paz sin oponerse a la injusticia? ¿Acaso la paz puede servir de excusa para el inmovilismo?

Bienaventurados los que aman a toda persona y luchan contra su pecado, porque entendieron que todos somos hijos de Dios. Bienaventurados los que no confunden paz con silencio, ni lucha con violencia, porque la guerra y la paz interior son indisolubles.

Bienaventurado el que escoge la paz con Dios, el que no huye de la batalla interior contra el mal, el que contribuye a la paz entre los hombres, el que trabaja para que todos y cada uno alcancen la paz con Dios.

Héroe y bienaventurado es aquél que se esfuerza, que se compromete, que se exige a sí mismo. Héroe y bienaventurado es aquél que da y no pide, aquél que ofrece y no exige, aquél que regala y no toma. Héroe y bienaventurado es aquél que escoge ser amigo a tener amigos; ser amante a tener amante, ser instrumento de paz, no de discordia.

Héroe y bienaventurado es el que supera su desidia para buscar los verdaderos caminos de reconciliación personal con el Señor, con la Iglesia y con las personas de su entorno.

Héroe y bienaventurado es el que vence la resistencia natural a comprometernos en favor de la justicia y la paz a todas las escalas y niveles, aún cuando eso resulte incómodo, perjudicial y peligroso.

Héroe y bienaventurado es el que no se inhibe ante la injusticia organizada, la violencia de cualquier tipo, el tráfico y consumo de drogas, la carrera de armamentos, las guerras y guerrillas, la pornografía, la explotación de hombres y pueblos, el asesinato y el desprecio de la dignidad humana desde la concepción hasta la muerte.

Héroe y bienaventurado es el que decide cambiar el mundo, el que tiene fe en que puede hacerlo obedeciendo la voluntad de Dios y con su ayuda. Y lo es, porque este tipo de personas son quienes lo consiguen.

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