Pasan desapercibidos. Casi ni nos damos cuenta. Pero están ahí. A su manera son héroes. Nadie les pondrá una medalla, ni tendrán homenajes. Probablemente, ni se hable de ellos. Al menos aquí, sí escribiremos...

jueves, 3 de noviembre de 2011

Elegir no es vetar


No es que hayan sido muy heroicos. Probablemente les mueve más el interés que valores o virtudes morales. Tampoco es que lo hagan muy a menudo. Realmente deberían haberlo hecho y hacerlo en muchas más circunstancias. Ni siquiera han llegado a tiempo. Hace años que este tipo de cosas debería haber quedado al auspicio único y exclusivo de sus incondicionales.

Será que hoy me siento generoso, pero esta semana quisiera destacar a los responsables de que ciertas empresas hayan retirado su apoyo publicitario a un programa de televisión que —lo confieso— jamás he visto en períodos superiores a 30 segundos durante un sufrido ejercicio de zapping. ¡Algo es algo!

Supongo que todos saben de qué hablo. El programa —por cierto, muy en línea con otros de la misma cadena— entrevistó a la madre de uno de los imputados en el asesinato y posterior ocultamiento del cuerpo de Marta del Castillo. No es la primera vez que la televisión vende minutos de publicidad —porque eso es lo que hacen todas— a costa del morbo y el sufrimiento. El ejemplo más antiguo que recuerdo fue el de las niñas de Alcácer, pero probablemente, rebuscando, podamos remontarnos a épocas anteriores.

Es cierto que a todos nos va el morbo. Que cuando hay un accidente en la carretera, aunque no sea necesario e incluso resulte hasta peligroso, los vehículos frenan y casi se detienen a su paso para ver si hay sangre. Obviamente, no es el coche el que pisa el freno, sino el que lo conduce.

Pero que nos guste no significa que sea bueno. Los medios de comunicación deberían respetar unos mínimos, aunque eso signifique vender menos minutos y, por tanto, menos ingresos. Pero ésta es una opinión personal. A fin de cuentas, cada uno es libre de expresarse e intentar ganarse la vida con lo que crea que es adecuado mientras no constituya delito. Claro que los demás tenemos derecho a comprar o no ese producto. Eso no es vetar. Es nuestra libertad de elección.

Deberían haberlo hecho antes, con otros, por otras causas y razones, y ante muchos más temas... Pero al menos esta vez lo han hecho. Ha sido un aviso. Y vista la reacción de ciertos responsables del programa en cuestión, parece que les ha dolido. A las empresas el dinero siempre les duele. Como a los avariciosos y a personajes con dudosos escrúpulos morales y pocos valores que aportar a la sociedad.

“Chapeau” para estos valientes que —probablemente por no manchar su imagen, lo que al final se traduce en no dejar de ganar dinero— han decidido marcar un límite. A ver si cunde el ejemplo. Sobre todo, también, entre los espectadores de este tipo de cosas.

De verdad que no hace falta ver más de 30 segundos para saber que, de ahí, no sale nada bueno, ni edificante. No hace falta ver esas cosas. Ni siquiera otras, porque hay veces que parece que se ponen de acuerdo. Apagar la tele, de vez en cuando, es un sano ejercicio y ahorra energía. En el mando a distancia se hace desde ese botón rojo.

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