Pasan desapercibidos. Casi ni nos damos cuenta. Pero están ahí. A su manera son héroes. Nadie les pondrá una medalla, ni tendrán homenajes. Probablemente, ni se hable de ellos. Al menos aquí, sí escribiremos...

jueves, 8 de noviembre de 2012

Campanas de vida eterna



Podría hablarles de muchas personas hoy. Durante estas semanas se ha ido acumulando temas y situaciones...

Podría hablarles de una joven colombiana que, violada por su padre, quedó embarazada y rechazó abortar (leer). Podría hacerlo del último cristiano en la ciudad siria de Homs, un anciano de 84 años asesinado al negarse a abandonar su casa donde cuidaba de su hijo discapacitado psíquico, que también ha desaparecido (leer). Y también podría contarles de las hazañas de un matrimonio católico de Canadá en China, donde han rescatado de la muerte a 1400 huérfanos desde 1995 (leer).

Sin duda se trata de historias ejemplares y ejemplarizantes. Pero simbólicamente hoy quisiera colocar esas heroicidades en el tañido de una campana...

Hace casi cien años que el campanario de la iglesia armenia de Diyarbakir, en Turquía, fue derribado, para que no hiciera sombra a los minaretes de la ciudad. De entre todos, el pueblo armenio, cristiano, es una de las poblaciones peor tratadas en Oriente Medio. Ha sufrido en sus carnes el genocidio, la persecución y el desprecio. Y lo sigue sufriendo —el desprecio y alguna que otra trifulca en la que llegan a las manos— incluso dentro de la basílica del Santo Sepulcro por parte de otros grupos cristianos.

Tras casi cien años —les decía— el campanario de esa pequeña iglesia ha sido reconstruido y la voz de su campana vuelve a escucharse. Probablemente nunca dejó de hacerlo en los corazones y en las almas de sus feligreses, pero hoy, además, su anuncio llega a muchas más personas. Incluso también a ustedes...

La noticia completa la pueden encontrar aquí.

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