Conchita Francisco, de 62 años, era agente de pastoral, viuda y madre de dos hijos. Fue asesinada a tiros por hombres no identificados frente a la catedral católica de Bongao, en la provincia filipina de Tawi-Tawi, en el sur del archipiélago, el 13 de noviembre de 2012.
La mujer acababa de salir de la iglesia, donde cada día conducía el rezo del Rosario y participaba en la Santa Misa. Conchita, llamada “Ching”, era un pilar en las actividades pastorales de la Iglesia local. Hace diez años su marido también fue asesinado, siendo presidente de la escuela de segundo grado en el campus de la “Mindanao State University” (MSU) en Bongao.
La muerte de su esposo no fue excusa para abandonar su compromiso pastoral...
Anastasius Nsherenguzi, sacerdote de la diócesis de Kayanga (Tanzania), de 43 años, resultó gravemente herido el 6 de abril de 2012, Viernes Santo, y murió al día siguiente, 7 de abril, después de unas horas de agonía, durante las cuales se negó a revelar la identidad de sus agresores.
Tras su muerte pudo saberse que Nsherenguzi regresaba a su casa desde Bushangaro, el área de la parroquia donde había ido para una celebración religiosa cuando, en el camino, se encontró con algunos jóvenes que estaban peleándose. El sacerdote intervino para evitar que el conflicto degenerase, pero fue golpeado por uno de los jóvenes con una gran piedra, que le provocó las heridas que causaron su muerte.
Construir la paz entre sus semejantes le costó la vida...
Son sólo dos ejemplos de los doce misioneros que han sido asesinados en este pasado año de 2012, según relata la Agencia Fides.