Pasan desapercibidos. Casi ni nos damos cuenta. Pero están ahí. A su manera son héroes. Nadie les pondrá una medalla, ni tendrán homenajes. Probablemente, ni se hable de ellos. Al menos aquí, sí escribiremos...

jueves, 20 de septiembre de 2012

Te presto mi voz

Hace casi un año, cuando el dinero público llevaba ya un tiempo escaseando, les hablé de ello. Hoy vuelvo a hacerlo.

Hace escasamente una semana el padre Aparicio vino a verme. En realidad, no directamente. Había venido a explicarle al Sr. Arzobispo su última iniciativa para intentar salvar las residencias y los centros de ASPADIS, que se dedican a la atención de disminuidos psíquicos profundos.

Se trata de una pulsera azul y de un donativo de un euro por cada una de ellas. Le han hecho cincuenta mil. Seguro que si miras un poco con atención, en pocos días, encontrarás la forma de hacerte con una de ellas, de ser voz de los sin voz...

¿Y dónde está la heroicidad? Probablemente en la perseverancia de un hombre dispuesto a remover cielo y tierra por una buena causa. O en la de aquéllos que le han fabricado las pulseras sin coste alguno. O quizá en la imprenta que le ha impreso los carteles, gratis también. Y, por supuesto, en todos aquéllos que han hecho su donativo y llevan una de estas pulseras en la muñeca.

No se corten. Hay muchas causas con la que está cayendo..., pero la de estos pequeños es una voz que no se levantará, que no se escuchará, si no les prestamos nuestras gargantas.


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